January 8, 2025
Está comprobado que los seres humanos tenemos una capacidad limitada para prestar atención consciente, y además está cuantificada: 150 GB de información. Por eso, es crucial decidir a dónde dirigir nuestro enfoque y evitar ser víctimas del bombardeo constante de estímulos externos. El 95% de nuestras acciones las realizamos de manera inconsciente, y la atención no es la excepción. Inconscientemente, prestamos atención a lo que nuestra familia nos dice, a lo que la cultura nos permite, a lo que los medios posicionan y a lo que la sociedad promueve. Esto resulta contraproducente, ya que destinamos nuestra atención a todo lo que nos llega sin dirigirla hacia nuestras verdaderas intenciones. Vigilar a qué cuestiones le prestamos atención, determina en gran medida, nuestra percepción de la realidad. En un mundo saturado de estímulos, la capacidad de gestionar nuestra atención en concordancia con nuestros objetivos se convierte en una cualidad invaluable. Nuestro día a día está lleno de dispositivos y eventos que continuamente demandan nuestra atención. En casa, en el trabajo y en la calle, somos bombardeados con información que compite por capturar ese recurso tan codiciado. En medio de este "campo de batalla", debemos ser funcionales, productivos, creativos e innovadores para reinventar nuestro presente y construir nuestro futuro. La multitarea es un mito La ciencia ha demostrado que la multitarea no es más que una ilusión. Podemos caminar y mascar chicle al mismo tiempo o mirar una película y disfrutar de su banda sonora, pero lo que no podemos hacer es estar en una reunión y responder un mensaje de WhatsApp, o mantener una conversación mientras escribimos un correo. Biológicamente, estamos imposibilitados para realizar dos tareas que utilizan los mismos mecanismos de procesamiento cerebral al mismo tiempo. Lo que realmente sucede es que nuestra mente conecta y desconecta repetidamente del foco de atención, lo cual no solo reduce nuestra eficiencia, sino que también puede ser peligroso. Atención automática vs. atención ejecutiva Los seres humanos compartimos con los animales la atención automática, que responde a estímulos rápidos como el sonido de una alarma o escuchar nuestro nombre. Esta atención reacciona a lo relevante, novedoso o distintivo de forma instintiva y automática. Lo que nos diferencia de los animales es nuestra atención ejecutiva, la cual tiene por objetivo seleccionar la información relevante y supervisar que nuestras acciones y pensamientos estén en sintonía con nuestros objetivos. El desafío de dirigir la atención Tener la capacidad de enfocar nuestra atención de manera voluntaria en lo que consideramos importante no significa que sea sencillo. En un entorno saturado —y más aún en un contexto post pandémico—, mantener el enfoque consume muchos recursos en términos de energía cerebral. Mantener la atención focalizada y bajo control es tan difícil cómo encauzar el agua: si existe una grieta, el flujo se dispersa, al igual que nuestros pensamientos en el espacio mental de trabajo. La atención encauza nuestra vida mental hacia la consecución de objetivos y actúa como el sistema principal de regulación de nuestro comportamiento. ¿Es posible entrenar la atención? En el pasado, se consideraba que las capacidades superiores de los seres humanos estaban predeterminadas genéticamente y que la atención era poco susceptible de mejorarse mediante educación. Sin embargo, hoy en día existen programas de entrenamiento atencional que han demostrado que sí es posible fortalecer esta capacidad mediante ejercicios. De hecho, varios países han declarado estas prácticas como una cuestión de salud pública en el contexto actual. La atención ejecutiva es el sistema primordial de regulación del comportamiento y el control voluntario de nuestras acciones. Es de crucial importancia para la inteligencia y el aprendizaje. Por esta razón, muchas organizaciones en el mundo han comenzado a educar sobre cómo funciona la atención y sus posibilidades de entrenamiento como una estrategia de sustentabilidad corporativa. En la era de la tecnosaturación, esto se ha convertido en una necesidad clave para el bienestar de las personas y las organizaciones.