
Ya es hora de cambiar el algoritmo del odio
No hay algoritmo más cruel que el que llevamos instalado adentro. Ese que nos dice que no somos suficientes, que falta más cintura, menos panza, más pestaña, menos arruga. Que, si no te gusta lo que ves, hay miles de productos, retos y filtros para corregirte.
Pero
¿qué pasaría si te gustaras vos? Así como sos.
Con lo que te dijeron que escondas.
Con lo que vos misma aprendiste a criticarte en automático.
Porque si vos no te gustás, por dentro y por fuera, no hay validación externa que llene ese agujero. Ese espacio no se llena con "likes", se llena con voz propia, con autoestima, con presencia real.
Y sí, duele decirlo, pero las peores
haters que tenemos… somos nosotras mismas.
Y después, vienen otras mujeres.
Nos metieron en una competencia que nadie firmó.
Nos enseñaron a compararnos antes que a colaborar.
A ver fallas donde hay piel viva.
A ver enemigas donde debería haber aliadas.
Nosotras no nacimos para ser perfectas. Nacimos para ser reales.
Y lo real no siempre es liso, ni parejo, ni sin marca.
Lo real vibra, transpira, sangra, se arruga y también florece.
Violencia estética: una trampa disfrazada de autocuidado
Según la fundación GENDES y ONU Mujeres, el 90% de las mujeres mexicanas han sentido presión por cumplir con estándares de belleza.
En Latinoamérica, 7 de cada 10 mujeres dicen haber sido objeto de violencia estética.
Y no es solo simbólica: es económica, emocional, médica y, a veces, hasta quirúrgica.
Los trastornos de la conducta alimentaria afectan al doble de mujeres que de hombres.
En México, la anorexia y la bulimia han crecido un 300% en los últimos 10 años, y la mayoría de los casos se detectan entre los 12 y los 25 años.
Y mientras nos obsesionamos por perder peso… perdemos vida.
No somos libres cuando todo lo que hacemos por "gustar" nos lleva a doler.
Nos han hecho creer que el problema es la celulitis, pero no.
La trampa es hacernos creer que no valemos con ella.
¿Quién instaló este sistema?
No sos vos la problemática por no gustarte.
El sistema fue diseñado para que no lo hicieras.
No es que seas antisistema por rebelarte,
es que el sistema es anti vos.
Anti cuerpo real.
Anti tiempo.
Anti goce.
Anti plenitud femenina.
Si no es el peso, es la ceja.
Si no es la celulitis, es el contorno de ojos.
Si no es la panza, es la papada, la estría, el pelo, la uña.
Es una caminadora sin final.
Una suscripción de por vida a una deuda con vos misma que nunca termina de saldarse.
Y lo peor: nos distrae.
Nos quita foco.
Nos roba años de vida y nos devuelve inseguridad en cuotas.
Gustarte es el nuevo acto revolucionario
Gústate como te gustaría que te quisieran.
Quiérete antes de exigir amor.
Porque ningún amor será mutuo si antes no es propio.
Tu cuerpo no necesita cambiar.
Necesita que lo ames.
No como envase, sino como templo.
Como motor.
Como hogar.
Tenés un cuerpo ordinario y una mente extraordinaria.
Sos chula, hermosa, chingona, poderosa, capaz de cualquier cosa.
Y lo más fuerte de todo eso: ya lo sos. Solo tenés que recordarlo.
Salí de la trampa
Las mujeres fuertes no son las que tienen todo resuelto.
Son las que ayudan a otras a salir de la trampa.
Las que señalan el algoritmo.
Las que rompen el hechizo.
Las que transforman sus estigmas en emblemas.
¿Sabés cuánta magia podría surgir de vos si dejaras de pelearte con lo que sos?
Nos estamos ahogando en vasos que otros llenaron.
Con ideas que no nos representan.
Con estándares que nos alejan de nosotras mismas.
Preguntate en serio:
- ¿Qué querés dejarle al mundo?
- ¿Una linda foto?
- ¿O una lucha por el placer de vivir?
Porque eso es lo que está en juego:
No una cintura.
Una vida.
Tu vida.
Gústate vos. Y ayuda a otra a hacer lo mismo.
No estás sola.
Somos miles.
Somos distintas.
Y estamos listas para dejar de corregirnos y empezar a reconocernos.
Cambiar el sistema empieza por cambiar de espejo.
Y dejar de mirarnos con los ojos del enemigo.
Gustarte no es vanidad. Es resistencia.
Y es, también, el primer paso para construir una marca personal que no se basa en apariencia… sino en esencia.
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